martes, 15 de marzo de 2022

Gastronomía de la antigua romana

El gran imperio romano tuvo una gran influencia en la comida y en su evolución,  de las inmensas tierras que conforman su imperio llegaban a sus puertos toda clase de viandas procedente de los más diversos territorios por la  alimentación y la cocina romana se vuelve más sofisticadas e interesantes.

Los romanos cultivaban sus tierras trazando círculos concéntricos alrededor del casco urbano, situando los huertos y las viñas en el primer nivel, en el siguiente circulo se encontraban los campos de cereales y en el más alejado la ganadería.




Esta estructura permitía un abastecimiento constante de su principal fuente de alimentos los vegetales, aceitunas, cebollas, higos y aceite que eran los ingredientes principales de su dieta ya que la plebe no comía carne ni pan que estaba reservado para los soldados.






Las despensas de los ricos romanos estaban muy bien abastecidas con viandas de todo el imperio, no dudan en incluir en sus menús cualquier novedad que llegue a sus puertos así la cocina se enriquece.

La primera del día era el jentaculum, el desayuno, consumido en casa tras despertarse al amanecer. Algo sencillo y nutritivo: un pan ácimo oscuro llamado far que, dependiendo de la capacidad adquisitiva de cada uno, podía ir acompañado de queso y aceitunas.

El almuerzo se consumía al mediodía y era llamado prandium. La mayoría de la gente en las ciudades había salido de casa para ganarse el jornal y tenía una pausa rápida para consumir algunos alimentos que le permitieran seguir laborando hasta el final del día.

Quienes disponían de una casa acogedora regresaban a ella para el almuerzo, desdeñando los establecimientos de comida rápida como algo propio de las clases bajas

La comida fuerte del día para los romanos era la cena, que comenzaba sobre las cuatro o las cinco de la tarde y era mucho más abundante que el desayuno y el almuerzo, en especial porque era en ella donde se consumían platos calientes y cocinados. Dejando a un lado las cenas familiares de la mayoría de la gente, constituía la excusa ideal para socializar tras la visita a las termas, y era costumbre convertir las cenae en reuniones con los amigos, que se acercaban a la domus del anfitrión a disfrutar de la comida en buena compañía.

Estas reuniones se convirtieron para algunos en el instrumento perfecto para dejar ver su riqueza, hacer política o intentar trepar por la escala social. Fue de estas cenae de lujo de donde surgieron los banquetes romanos llenos de excesos.

La base de la alimentación de la mayoría de la población la constituyeron siempre los cereales. Si primero fueron la espelta y las gachas, estas no tardaron en ser reemplazadas por el trigo, con el que llegó la panificación.






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